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Danza-Teatro Retazos estrena en su sede del Centro Histórico; y lo hace con una obra concebida como tributo a Bola de Nieve, a propósito del centenario de su nacimiento.
Tú no sospechas, se titula el espectáculo, como aquella canción ya mÃtica que compuso la maestra Marta Valdés a fines de los 50 y que, como casi todas las que interpretara el Bola, forman parte del imaginario popular cubano y de América Latina.
Pero más que al artista en particular, lo que propone Isabel Bustos, con su bien estructurada coreografÃa, es un tributo a una época: la de nuestros mayores, la de aquellos que eran jóvenes en las décadas de los años 50 y 60 del pasado siglo. Época de esplendor de La Habana musical, del bolero, de los cabarets y los torrentes de clubes repartidos con orden y concierto, con timbre y sonoridad especÃficos…, en resumen, de aquella bohemia nocturna que ya no existe.
Con certeza, la Bustos, abrumada no ya de concebir, sino de limar sutilezas durante el montaje de una pieza singular dentro del repertorio cultural cubano actual, no «sospechó» el empuje y el aliento positivo de su obra.
Noble vestuario, escenografÃa frugal, recatadas lucecitas que favorecen el predominio de los claroscuros y, en ellos reflejados, perfiles algo sinuosos –que resaltan por su plasticidad–, ora galantes en el caso de los intérpretes masculinos, ora poderosamente atractivos y sensuales cuando a las féminas se evoca; eso enaltece Tú no sospechas, a más de un prontuario musical que ensancha la vitalidad y el ritmo, que desata pujantes sensaciones ocultas en un clima de amor o desamor. En casi un cuarto de siglo de trabajo ininterrumpido, que se cumple en enero próximo, Retazos se ha colocado en un lugar cimero, al imbricar avanzadas técnicas de la coreografÃa y la más sublime impronta teatral contemporánea. Una nueva legión de actores-danzantes garantizan supervivencia y continuidad de una concepción amplÃsima del Arte.
Como es natural que suceda, en la puesta unos ejecutantes se elevaron más que otros a los ojos de este espectador agradecido, si bien los desniveles latentes no comprometieron lo resultante. Bravo para los que, dentro y fuera de escena, su profesionalismo les permitió resumir en forma, movimiento, talante... el sentido Ãntimo de una melodÃa, de un tiempo que para ellos se hace inexorablemente remoto. Bravo porque después de haberlos visto, tal parece que el gran Bola de Nieve no murió hace 40 años, y en generosa retribución, se sentó al piano, tocó y cantó con ellos, que es una manera breve de decir para nosotros.
Bravo siempre para Isabel Bustos, por su magisterio, su esencia multifacética, su compartible aspiración... Hoy, al devolvernos un cuadro costumbrista que procura y no ha de pasar desapercibido, tal vez ella sospeche que su creación le pertenece un poco menos. Y no le falta razón. Pero acaso, ¿no es el mejor sÃntoma de que ha venido a recalar junto a nosotros?
Mario Cremata Ferrán Opus Habana
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