Isabel Bustos: Construyendo libras de coreografía Imprimir
Jueves, 14 de Enero de 2010 19:40

Consigues por fin acercarte al ídolo. Y sublime es el instante cuando no sabes si el ídolo va a volar en pedazos o rebotar, más inaccesible todavía. Bernard Faucon.

Isabel ha hecho poesía de todas las formas posibles: con el movimiento, con la pintura, con su vida.

Isabel Bustos y Danza-Teatro Retazos
Isabel Bustos vive desde hace más de veinte años en La Habana, y es la fundadora y directora de la Compañía Danza Teatro Retazos. Su andar tambaleante no obedece a otra cosa que al exceso de trabajo, es adicta a crear, y en un país donde crear se premia, Isabel ha conseguido que después de demostrar su capacidad en las calles de la ciudad, en el lobby de teatros, en la terraza de su casa, ella y sus bailarines sean ahora merecedores de un espacio propio donde ella convive con el arte y el trabajo, en el Centro Histórico de La Habana, en la calle Amargura, aunque este nombre esté lejos de coincidir con su personalidad.

Danza en fiesta
A Isabel bustos le gusta la alegría, lo cual es irónico porque en sus coreografías se descubren sentimientos de ternura y melancolía que, muy posiblemente, se cubren tras la fantasía que es el arte. En nombre de esa alegría, ella realiza, desde hace catorce años, una de las fiestas más intensas de la Danza, que es además su homenaje a la ciudad que la ha visto crecer espiritual y creativamente: el Festival Internacional de Danza en Paisajes urbanos Habana Vieja: Ciudad en movimiento.


Al Festival llegan compañías de Danza del interior del país y de todas partes del mundo. Durante los días del Festival hay en La Habana gente tropezando, corriendo tras una coreografía, bailarines en todas las esquinas, patios, parques y calles de una ciudad absorta que guarda secretos de piratas. Ciudad llena de escaparates para el alma. Hay más de una de sus roídas ventanas que en toda la poesía que sobre ella pudo ser escrita. Esa es la ciudad de Isabel, aunque ella es ecuatoriana.


Esta manifestación de Danza, paisaje y gente es una algarabía que la ciudad espera año tras año. Los personajes míticos de las calles, las barrenderas con flores en la cabeza, todos estos elementos han sido incorporados en el cariñosamente llamado “Callejero”, un Festival que desde hace seis forma parte de la Red de Ciudades que Danzan, organización con sede en Barcelona y que reúne a los más representativos exponentes de la Danza Urbana del mundo.

Pero no entrevisté a Isabel Bustos
Me refiero a que no me he sentado, papel y lápiz en mano, a enredarla en una serie de preguntas para las cuales ella nunca tiene tiempo ni paciencia. Como quien conversa, ella me contó algunos secretos:

¿Cómo nace una coreografía?
De cualquier cosa, de una frase, de un pajarito, de un movimiento o de una canción, todo me inspira.

¿Qué es primero, la música o el movimiento?
Cualquiera de los dos, a veces una música puede ser la inspiración y otras veces los movimientos ocurren primero y la música la pongo yo después.

¿Qué hay de la influencias?
En ese aspecto ha sido mejor para mí vivir en una isla, porque así me alimento de mi propia creación, de mis propias ideas, claro que de vez en cuando es bueno saber lo que está haciendo la gente, pero eso podría ser un arma de doble filo.

¿Isabel necesita la soledad para crear?
No, no me gusta la soledad, me gusta la casa llena de gente, luego yo me aíslo en un momento cuando quiero hacer algo, o lo hago sobre la marcha.

¿Cómo nació la idea de hacer un festival de danza en la calle?
Por que antes, cuando no teníamos donde ensayar, ensayábamos en cualquier parte, en el lobby del teatro Nacional, por ejemplo. Entonces la gente se paraba a mirarnos, me pareció además que era una buena idea para que la gente aprecie lo hermosa que es esta ciudad.

¿Regresarías a vivir a Quito?
No, las  montañas me ponen triste.

A ti no te gusta estar triste pero la tristeza está en lo que haces
Me gusta el trabajo, la inercia es la muerte, se puede utilizar a la tristeza pero no dejar que ella lo utilice a uno. En mi casa está prohibido cortarse las venas.

¿Es necesario haber estudiado y practicado Danza para poder crear una coreografía?
No, existen pintores y demás artistas que han hecho coreografías, realmente es necesario tener una sensibilidad hacia el espacio y el movimiento, por eso siempre es necesaria la visión del coreógrafo.

Imaginación en movimiento
Quizá una de las obras más importantes que ha realizado Isabel a través de estos años y de sus Retazos, sea el trabajo desarrollado con la comunidad de La Habana Vieja, el Casco Colonial de la Capital. Un trabajo que se enfoca, principalmente, en los niños y adolescentes que viven en esta parte de la ciudad.


Dar a esos jóvenes la oportunidad de acercarse al arte, a la Danza, de una forma lúdica y participativa, ha sido uno de los puntales por los que actualmente Isabel bustos recibe el apoyo de la Oficina del Historiador de la Ciudad, que en el año 2002 le entregó el espacio que es ahora la sede de la Compañía, el teatro “Las Carolinas”, nombre de los árboles del jardín contiguo.


Allí se llevan a cabo talleres de expresión corporal, danza contemporánea, pintura y manualidades para los más pequeños, además de cursos regulares para quienes quieren aprender la técnica de Retazos. Además, se llevan a cabo tres festivales anuales: el mencionado “Callejero”, al cual acompaña el Festival de Vídeo Danza, para quienes se interesan en la integración de la danza y las artes visuales, y el Festival Impulsos que promueve el talento de jóvenes coreógrafos.


Muchos de los alumnos que han pasado por los talleres de Retazos son quienes han conformado la Compañía, la cual constantemente cambia y vuelve a entrenar a nuevos bailarines, es decir, se conforma de retazos: de tiempo, de personas, de emociones, de experiencias que marcan trazos imborrables en la historia de este y otros los lugares por los que han danzado, por los que se han desplazado el genio de su creadora.


Una brujita buena, se describe ella, y agrega: “Yo a veces presiento las cosas”.


La imagino sentada, con su cigarro en la mano, en la oscuridad del tabloncillo. Moviendo los cuerpos como piezas de un juego interminable. Nadie, ni ella, sabe lo que puede suceder, pero si algo es seguro es que la magia que allí se produzca ha de alumbrar otro instante maravilloso en el trayecto que recorre Isabel, otro día de trabajo en el calor de esa ciudad tan bella. O, como ella dice: otra media libra de coreografía.